La montaña de papel que tenia sobre el escritorio no bajaba,
por que cuando terminaba de armar diez carpetas, llegaban otras veinte, ya le dolía
la mano de tanto de escribir, cuando al tomar unos de los formularios se corto
apenas la llena del dedo pulgar, tomo un pañuelo de papel y fue hasta el baño,
aprovechando que nadie la vio que al baño se había llevado su cartera,
sigilosamente salió de este tomo el ascensor y se fue.
Caminaba por la calle y notaba que la gente la miraba de
forma extraña, sin entender por que, hasta pisar un charco de agua y sentir
como muy rápidamente sus medias se mojaban, se miro los pies y se dio cuenta
que se había olvidado de ponerse todos los zapatos que toda las mañanas se saca
y deja bajo el escritorio hasta que se va.
Hay momentos en la vida que no te das cuenta de muchas cosas, solo reparas cuando es necesario...has retratado la monotonía, el aburrimiento y el estar saturado...besos.
ResponderEliminarun contacto con la realidad,
ResponderEliminarno está mal luego de tanto trabajo
saludos
a veces se trabaja tanto que cuando se hace otra cosa se cree que se sigue trabajando. No es de estrañar que en ocasiones, al despertar del letargo, se encuentre uno en pijama camino a misa o a la casa de los suegros.
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